viernes, 10 de agosto de 2007

entre un mundo microficcionario


El Fin.

¿Esta noche? Usted esta caminando por las veredas incontables de mis sueños. Bien, ahora el amor que usted arranco, es igual al amor que usted hizo. –El fin-.



El mundo de Carpentier.

Recorriendo la extensa calle de Toulouse encontré el recurso del método. A un costado vi a Carpentier reclinado sobre la vereda, escribiendo aquel siglo lleno de luces. Tratando de volver al reino de aquél mundo, donde los pasos perdidos se hallaron desprotegidos en la guerra del tiempo...



Fin del tiempo.

Un hombre se ve al espejo, piensa que el tiempo se le esta acabando. Su piel reseca va resbalando por los interiores de su cuerpo, mientras que un olor a putrefacción se siente en su habitación. Mira a los costados, todos los ángulos están iguales, nada a cambiado, -solo su rostro-... se sienta en un rincón del cuarto… y solo espera que el reloj que marca el final de su vida se detenga...



Nada.

Un hombre circula por una franja oscura. Todo a su alrededor se encuentra en la nada, aunque el pensó ¡la nada es algo! esta nada le hizo sentir que talvez marcaría la existencia de su propia vida.
Aun así, este sujeto siguió caminando, tropezándose a la vez con su propia sombra; sus manos palpaban los costados del estrecho pasaje, aspirando encontrar algún soporte; -no encontró lo que supuestamente buscaba-, solo se hallaba perdido en un sueño.
La desesperación de aquél hombre se dilataba, arañando la oscuridad, tratando de chocar con aquel punto blanco que lo llevase al final de esta interminable nada.
-Después de mucho esfuerzo, solo encontró el desenlace de un sueño profundo-.

Juan López Morales.

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