viernes, 4 de enero de 2008

un cuento exquisito

DANIEL GONZALES



Galileo acaba de iniciar sesión


Colocha amistosa: Hola galileo, ¿eres español?
Richard: No María, no puedo esperarte más, tienes que venir; si no lo haces, me mataré.
Colocha amistosa: Ya pues galileo, háblame.

Lobo_cazador acaba de ingresar a Charlas literarias

Miguel Ángel: Lo que pasa es que al ir a cazar él se encontró con Melquíades y este le dijo todo de lo de la familia: sobre el final de su historia. Entonces decidió desaparecer, finiquitarse.
Colocha amistosa: Por fa’, no me dejes hablando sola; o estás ocupado
Lobo_cazador: ¿Hay alguien aquí?
Galileo: Evito hablar con extraños
María: Tengo un compromiso, no puedo ir ahora
Colocha amistosa: Ya pues Galileo, dime de dónde eres
Galileo: Soy del ciberespacio
Richard: Claro, se supone que ahora te encontrarás con Hunter: Para él siempre estás
Colocha amistosa: No puedes ser del ciberespacio; ya pues, no juegues, ¿no quieres hablar? En todo caso, no debieras estar aquí.
Lectorcito: Pero qué conseguía con su muerte
Lobo_cazador: Hola lectorcitos
Miguel Ángel: desbaratar la historia
María: Es un compromiso social, no es lo que tú piensas. Además, Hunter es primo mío
Richard: Y supongo que yo también para otros debo ser familiar tuyo
María: Ya no empieces, sabes que no soporto esas pataletas tuyas. Debo ir a una exposición de pintura.
Galileo: Era de Irlanda, ahora… ya no lo sé; por eso digo que del ciberespacio.
Colocha amistosa: Dime, ¿te gustan las latinoamericanas?
Galileo: ¿De dónde eres tú?
Lobo_cazador: Alguna nena ardiente… Hola Colocha
Colocha amistosa: De Colombia.
Galileo: Prefiero evitar a las de tu género, solo traen problemas. Conocí a una que no he terminado de quitármela de encima.
Colocha amistosa: Pero yo puedo ser diferente. Quieres ir al privado conmigo
Galileo: Me da igual.
Richard: ¿Puedo ir contigo?
María: Iré sola; quiero un poco de espacio hoy. ¡Acaso no puedes entenderlo! Dios mío, quién pudiera hacerlo.
Colocha amistosa: Es que aquí hablan todos y no podemos estar en paz
Lobo_cazador: Yo te acompaño mi amor. Contigo a donde sea
Lectorcito: ¿Y como explicas el olor a pólvora que queda después y sigue impregnado en la tierra luego de muchos años?
Richard: Pero yo te amo.
María: No es suficiente el amor. Hay algo más, algo que… dejémoslo ahí.
Lobo_cazador: Yo sé amar de verdad. Pruébame ricura
Miguel Ángel: Es que al Gabo no le quedó otra que idear algo para justificar su ausencia, pues José Arcadio debía continuar en la historia. Y luego del suicidio, solo pudo llenar el vacío con algo que recordara su presencia.
Lectorcito: Tal vez por eso dejó recluida a Rebeca en su casa hasta su muerte. Porque ya no podía interactuar.
Lobo_cazador: Presénteme a esa Rebeca y yo le hago compañía
Miguel Ángel: Claro; ya vas entendiendo
Richard: Te seguiré. Ya me dijiste a dónde vas. Sabré dónde encontrarte.
María: Si lo haces, no te hablaré más. No contestaré tus escritos
Lobo_cazador: No lo dejes María, no lo dejes llorando
Lectorcito: Ah, entonces por eso el hilo de sangre, porque se supone que Ursula estaba distraída en sus caramelitos de animales y no tenía tiempo para nada, porque el narrador lo dispuso así. Y luego del disparo, forzó a que el hilo de sangre llegara a ella y la guiara así como está narrado en la historia.
Miguel Ángel: No lo pensé yo así, pero vale tu razonamiento; ya vas agarrando la lógica.
Lobo_cazador: O sea yo estoy Pintado. Aburridos.

Lobo_cazador abandonó Charlas literarias

Galileo aceptó la invitación al privado

Colocha amistosa: Dime Galileo, ¿cuál es tu verdadera historia?
Galileo: pues no lo creerías, mejor hablemos de ti.
Colocha amistosa: Ah no; tú eres el que debe hablar. Estoy dispuesta a escucharte cariño (es un decir)
Galileo: pues se resume a diez años. Solo eso, después de diez largos años se me presentó ella y no pude contener la sangre.
Colocha amistosa: O sea te enamoraste de ella
Galileo: Algo peor, debiste estar en mi lugar para saber qué siente uno después de diez años.
Colocha amistosa: No entiendo nada
Galileo: Mejor lo dejamos ahí. ¿Dices que eres colombiana?
Colocha amistosa: Sí
Galileo: Ya hay solución a vuestros conflictos internos
Colocha amistosa: Creo que a nadie le interesa eso más que a nosotros, que lo padecemos.
Galileo: Yo estuve en una de esas maravillosas revoluciones. Bueno, estuve muy cerca, casi llegué. Lo viví como si fuera mi propio conflicto. Quise ayudar. El destino me lo impidió.
Colocha amistosa: Una revolución como la de mi país. ¿Acaso la de Perú?
Galileo: No, pero da lo mismo… Estuve en Canudos. ¿Te dice algo?
Colocha amistosa: Verdaderamente, no.
Galileo: Fue hace mucho tiempo, en Brasil.
Colocha amistosa: No la recuerdo. ¿Entonces, ya eres mayor?
Galileo: No lo sé. ¿Qué año es?
Colocha amistosa: 2007; ¿En qué mundo andas?
Galileo: No lo sé. ¿En qué mundo andas tú?
Colocha amistosa: En este pues; tú eres el que parece de otro mundo
Galileo: Veo que no eres lectora, ese es el problema.
Colocha amistosa: ¿Y tú sí lo eres, mi amor?
Galileo: Vez, te dije que no entenderías.

Colocha amistosa abandonó sesión

Richard: María, ¿sigues ahí?
María: Sí, no puedo irme si no me dices que estarás bien.
Richard: Nunca lo estaré. Pero me quedaré a esperarte. ¿Volverás?
María: Claro, te quiero, siempre estaré contigo, lo sabes.
Richard: pero solo como amiga.
María: Me voy.
Miguel Ángel: Oye Lector, ¿quiénes son estos dos?, parecen conocidos

María abandonó Charlas literarias

Lectorcito: Todo parece conocido aquí. ¿Y qué pasaría con los dos perrazos que tenía José Arcadio?
Miguel Ángel: Es un detalle que el Gabo dejó de narrar
Lectorcito: Sí. Pues a ver si lo discutimos en otro momento. Debo salir
Miguel Ángel: Ok, yo debo hacer lo mismo

Galileo acaba de ingresar a Charlas literarias

Lectorcito: Adiós personaje vargasllosiano, te quedas solo;
­Galileo: No importa, estoy acostumbrado a estar aquí.

Jurema acaba de ingresar a Charlas literarias

Miguel Ángel: Chau a todos. Saludos a los otros que paran siempre aquí.

Miguel Ángel y Lectorcito acaban de cerrar sesión

Jurema: ¿Galileo; estás ahí?
Galileo: ¿Acaso no se puede huir de ti?
Jurema: No mientras sigas en este mundo
Galileo: Pero ya te pedí perdón
Galileo: El perdón no remedia nada
Galileo: Si solo pudieras olvidar
Jurema: No se puede olvidar desde mi posición

Rufino acaba de iniciar sesión

Rufino: ¿Alguien ha visto a Galileo Gall?

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