viernes, 4 de enero de 2008

poema a Freud de Augusto Rubio Acosta


Encuentro con Freud en la Parada El Progreso


Qui addit scieniam
addit et dolores


Augusto Rubio Acosta



Amaneció en el bar
interpretando mi insomnio
mordió una papa amarilla con euforia
y repitió el pellejo reventado
( a dos lucas y media el plato )
se solidarizó con Copérnico
Darwin Marx
y con la barba insulsa de Charcot
los fruteros preguntaron por él
al ver su foto en el periódico
se palteó con el cireo del ruquerío
( fui fuiiu… )
en el jirón Victoria
se disfrazó de predicador chamán
candidato a palaciego
y junto al monumento al cachaco
( desconocido )
ofrendó su conocimiento al mar.


… En mi gobierno
los sueños de los niños
( proscritos )
tendrán sentido
aunque ellos jamás lo sepan
lo que suceda en sus cabezas
me será comunicado
y aflorará el inconsciente
vital bestial y asqueroso
que nos ha hecho como somos
que ha reprimido nuestra voz
hasta hacerla insignificante
censurando el mejor matiz
de nuestra perdición.


Onírico y verás
( con pinta de reforma agraria )
un pelador de pollos
preguntó por el dibujo el casillero
el numerito a marcar
en la cédula de sufragio
en su humanísima condición de globalizado
un maruchero se inspiró:
por qué michi no pegas tu cacharro
en los postes causa no seas cojú…


Las pachangueras al costado del puente
nos ofrecieron champú cuando nos fuimos
en las chinganas de Jorge Chávez
bebimos a borbotones el brebaje vulgar
de nuestras propias desgracias
estoy cansado de reflejarme en las chairas
aberraciones y neurosis
harto de la mustia luz de los semáforos y silbatos
que no me dejan prolongar mi tiempo
y soñar
estoy lejos de Bergasse 19
de Viena inerme de las frutas podridas
y de la histeria de su mar.


La primera vez que Freud visitó El Progreso
una verdad descalza gris e impronunciable
inundó como una correntada violenta
esa intensa letanía el jardín inexistente
de nuestra invisible infancia.
Hemos perdido el entusiasmo Sigmund
no escribiremos más
ahora nos toca soñar.
www.mareacultural.blogspot.com

una crónica de fin de año





Here comes the sun,
here comes the sun
and I say it's all right

Augusto Rubio Acosta


Diez de la noche. Avenida Gálvez. Treinta y uno de diciembre. Escuchando la música extraviada que vomita algún parlante colorido a mitad de nuestra cuadra (va a haber tono), avanzamos a pie esquivando las bolsas de basura abiertas y las cajas de panetón inmundas regadas en la acera, camino al malecón.
Si quieres saber de mi vida, anda pregúntale al mar…, había leído El Innombrable en no sé qué oscuro y luminoso libro que jamás le devolvieron, y terminó convenciéndonos para asistir al ritual, acabó contagiándonos su pavorosa sed y haciendo gala del floreo maldito que se manejaba, trazó el mapa de nuestra ruta.

Y ahí estábamos: la Refri, con su mirada adolescente, los anteojos de carey poblando el parpadeo de las lucesitas de los árboles, y sus piernas chuecas (pero buenas); ahí estaba la Mily, la loca esa, regalona, la mejor herencia que su difunto padre había dejado a la cuadra (porque el resto de sus hermanas estaban para el gato) y que siempre solía pulirse un absolut vodka de su bosque-tienda para invitarle a los patas, a su gente, a la mancha. El tercer material –el de fondo- se llamaba Mayte y masticaba siempre clorets eucaliptus cuando estaba nerviosa o para intentar ocultar –inútilmente- el tufo bravo de las amanecidas sin nombre; pero a ella se le perdonaba todo porque era linda y estaba fuerte, porque todos la habíamos soñado en nuestras camas de tablas viejas y porque era la quinta esencia, la coca-colita en el desierto de nuestro barrio pobre pero añil claridad.

A Vicius no se le ocurrió mejor idea que redactar un manifiesto: una larga lista de reclamos y deseos frustrados se volvió a repetir sobre un papel en blanco, el mismo que fue introducido en una botella. El i-pod del Innombrable dejaba oír el Honky Tonk woman y Vicius sacó partido a su aire a Mick Jagger, un Jagger cholo -stone del jirón Pizarro- y se puso a cantar a voz en cuello de cara al mar… Cuando acabó la canción, sonó el Here comes the sun, de The Beatles, y nos pusimos a cantar en coro.

Little darlin' it's been a long cold lonely winter
Little darlin' it feels like years since it's been here
Here comes the sun, here comes the sun
And I say it's all right...

De a poco se fueron acercando pal` brindis los ebrios de fin de año, las parejitas entonadas y transeúntes de la zona, los chibolos que reventaban cohetecillos ante la luz indómita de los autos, y nosotros cantándole a la vida y al amor cojudo como burros en primavera…Saludsalud, causita. ¡Salud, flaca! ¿Y quién va a lanzar la botella al mar, brother? Tú, Mayte; no, yo no. Tú, Vicius; no, chochera, yo paso. Tú, cimarrón… Entonces, cuando a todos nos parecía sentir las once de la noche en nuestros rostros, cuando la desfalleciente luna dominaba la Plaza 28 de Julio, y el vértigo ancestral y delirante de la música había atraído a una docena de juveniles e irredentos gruopies, nuestro pequeño mundo de flores, petardos, hard rock y coronas de espinas se vino abajo: el puto serenazgo había llegado.

Oe, Chunchito, yo pago mis impuestos ¿ya?; además la plaza es de todos, no es tuya… A ver, pé, sácame. Sácame, pues, oye, cerdo; sácame… Un sereno con cara de caficho reía a bordo de la camioneta. La Refri, grandaza, estaba lo suficientemente acalorada como para espantar a los uniformados ella sola. El sereno caficho se acercó –sorprendentemente- a abrazarla fuerte... Se apachurraron, se besaron (creo), se sonrojó, se le evaporó la risita al chofica y se subieron al roca a seguir loreando. Ya vamos promoción, cálmate y no seas achori. Qué te cuentas; vítame del queirolito y te pongo un cidí paja que estoy seguro te va a gustar… Ya muchachos, todo tranqui, no pasa nada acá… ¿Por qué no nos dejan de joder, oye, y la hacemos juntos mano; es año nuevo, promoción, no jodan, pues…

La luz de los postes nos enceguecía de rato en rato. Mayte y las chicas se habían entonado pasadas las once y media. Los chibolos que reventaban ratablancas se guardaron en sus casas in promptus y nadie, nadie ya estaba en la plaza –sino nosotros- a esa altura de la noche. Sólo el etéreo sonido del i-pod, la voz de Jagger -y nuestros aullidos- flotaban en el malecón junto a una botella sin lanzar.

Los serenos sí que eran jarros; dos joncas mitad mitad salieron deadebajo del asiento donde van los faltosos. Saludsalud, chochera; ¿qué?, ¿ya ves?, sírvete lleno, brother, es año nuevo, mañana es feriado y no tendrás que llegar entelado a la oficina, hacerte el cojudo (el que trabajas harto) y volverás a este mismo roca para continuar quitándole sus carretillas y su merca a las tías que venden sandía y cachivaches en El Progre. Abusivo eres m…

La noche estaba a punto y nos pusimos a planificar lo que venía. Recorrimos el sur, las discotecas estaban llenas y los karaokes reventaban; visitamos uno que otro tono que nos esperaba como invitados o paracaidistas, pero ya habían sido: nada fuera de lo común, nada nice e interesante... ¿Y si volvemos a la cuadra? El tono debe estar arrancando…

El vehículo edil se estacionó a un costado de la estera de carrizo (mismo velorio) que bloqueaba el ingreso a los pirañas de la zona. No nos quedaba otra… Habla vecino, cómo es para entrar. Pasa nomás, Cimarrón, ustedes son del barrio...
Y a nosotros, que nos gustaba un tanto cierta música difícil, terminamos bailando a rabiar con el Grupo Maravilla, revolcándonos con Chacalón, Pintura Roja y haciendo trencitos con el Grupo Néctar. El trago pasaba de mano en vaso en las bancas y mesas instaladas a mitad del asfalto. De la cerveza inicial se pasó a un vino de cinco lucas la botella y a la venta en el Comedor de Heraldo. Las muchachas sudaban, ardían. El baile se hizo general como a la una y en los telos del frente empezaron a sonar los timbres para quemar el año ido. ¡Feliz año nuevo, muchachos!, si yo los conocí chiquitos… Los viejos verdes de la cuadra parecían disfrutar recordando sus tiempos alrededor de la nostalgia. ¡Este año va ser mejor, carajo!, ¡este año salen nuestras veredas del presupuesto participativo y nos cambian el podrido desagüe!, ¡Tantos años esperando!...

Los tonos huaynocumbieros debían ser siempre así de malditos, igual de radicales en cuanto al baile, mucho más entrañables que cualquier tono en la ciudad (aunque nadie nos crea)… Y la Refri empezó a cantar Antahuara, Vives equivocada (casi llora la desgraciada) y después El tikitiki, de Los Mirlos. Los cocharcas de la cuadra pidieron a gritos al diyéik que pongan Esclavo y amo, Hipocresía y El reloj, de Los Pasteles Verdes, pero nadie les hizo caso. Al fondo, los más choborras, los que habían arrancado la tranca interminable en la esquina de Gálvez con Pizarro a las cuatro de la tarde, se alzaron nerviosos, tensos y mareados para exigir Amargo amor.

A las mil y quinientas, los serenos y los salseros duros demandaron bailar con su negro El Cartagena, y con el cantante de los cantantes, mientras las tías cuarentonas mandaban papelitos al dijéik para que se busque el 45 RPM de Chico de mi barrio. ¡Ahí viene el sol, Cimarrón, chequea!... Y el alba empezó a despuntar como a las cinco y media en nuestros ojos. Nos sorprendió abrazados alrededor de una mesa, entregados a la nostalgia por los tiempos idos y a nuestra vieja pasión por la conversa infinita. Yo nunca había bailado ni cantado estas canciones; yo tampoco chochera, pero no están mal. Este año me voy, espero que por allá estén mejor las cosas; en febrero me mudo a los YU ES EI, los voy a extrañar. A mediados renuncio a mi vieja chamba y me dedico a otras cosas; ya quisiera estar en tu lugar; más tarde vamos a la playa, qué dicen, yo le saco el carro a mi papá…

Si quieres saber de mi vida, anda pregúntale al mar. Es miércoles primero de enero y hemos venido al malecón. Alguien tenía que lanzar esta botella al mar a pesar de la resaca. Es de mañana, he escrito un par de poemas para mi nuevo libro (en el papelito dejo constancia) y redacto estas líneas que hablan de la música, de la alegría de estos días, pero también de libertad.

dos poemas de ROGER GARCIA CLAVO

La voz que surge del alma




HOMBRES DE MAYO


Por un bote te deslizas distante
como una hormiga tratando de silenciar a los hombres
o a los nombres que en mayo se cobijan.
No es tu mirada ni el cortado de las ramas
que se niegan a dar su flor,
tampoco tus manos que se izan al cielo
para atrapar algún ángel
sino tu corazón que se empuma en las rocas
hasta hacer brillar las orillas y el sol.

Mucho menos los pájaros
que itineran el proceso de esta escritura
sino el silencio de tus ojos que hasta lloran
con la alegría de la lluvia por permanecer latente.

Hombre de Mayo
corazón de aguas que nos quemas la sangre,
los recuerdos entre pozos que nos persiguen
por noches de pesca
hasta adherir la muerte en la vida.

Hombres de Mayo
venas que se alimentan en tantos tunches,
duendes de la lluvia,
hasta desbordarse en nuestro grito
la esperanza del nuevo día,
vuelo de pájaro,
o canto de gavilanes que permanecen al son son del día.
Te deslumbras tú mismo del verde pasto
así como aprietas las aguas que corren
tan hilo por tu sangre hasta no ser herida.
Hombres de Mayo
el palpitante sol de tu espalda
quizá nunca se apague cuando termine el alba.




TANTAS COSAS



Hay horas, en estos lugares, en que la poesía
no es más que unas ganas de gritar
todos los nombres
que aún desconozco.
Diría sólo aquella letra que menos me confunde.
Empezaría diciendo: río, hombre, mayo
hasta diría voluntad en negrita
por las infinitas cosas que se apresuran
a florecer en esta orilla, de esta hora
donde las hojarascas dan el silbido
alrededor de nuestros sueños.

un cuento exquisito

DANIEL GONZALES



Galileo acaba de iniciar sesión


Colocha amistosa: Hola galileo, ¿eres español?
Richard: No María, no puedo esperarte más, tienes que venir; si no lo haces, me mataré.
Colocha amistosa: Ya pues galileo, háblame.

Lobo_cazador acaba de ingresar a Charlas literarias

Miguel Ángel: Lo que pasa es que al ir a cazar él se encontró con Melquíades y este le dijo todo de lo de la familia: sobre el final de su historia. Entonces decidió desaparecer, finiquitarse.
Colocha amistosa: Por fa’, no me dejes hablando sola; o estás ocupado
Lobo_cazador: ¿Hay alguien aquí?
Galileo: Evito hablar con extraños
María: Tengo un compromiso, no puedo ir ahora
Colocha amistosa: Ya pues Galileo, dime de dónde eres
Galileo: Soy del ciberespacio
Richard: Claro, se supone que ahora te encontrarás con Hunter: Para él siempre estás
Colocha amistosa: No puedes ser del ciberespacio; ya pues, no juegues, ¿no quieres hablar? En todo caso, no debieras estar aquí.
Lectorcito: Pero qué conseguía con su muerte
Lobo_cazador: Hola lectorcitos
Miguel Ángel: desbaratar la historia
María: Es un compromiso social, no es lo que tú piensas. Además, Hunter es primo mío
Richard: Y supongo que yo también para otros debo ser familiar tuyo
María: Ya no empieces, sabes que no soporto esas pataletas tuyas. Debo ir a una exposición de pintura.
Galileo: Era de Irlanda, ahora… ya no lo sé; por eso digo que del ciberespacio.
Colocha amistosa: Dime, ¿te gustan las latinoamericanas?
Galileo: ¿De dónde eres tú?
Lobo_cazador: Alguna nena ardiente… Hola Colocha
Colocha amistosa: De Colombia.
Galileo: Prefiero evitar a las de tu género, solo traen problemas. Conocí a una que no he terminado de quitármela de encima.
Colocha amistosa: Pero yo puedo ser diferente. Quieres ir al privado conmigo
Galileo: Me da igual.
Richard: ¿Puedo ir contigo?
María: Iré sola; quiero un poco de espacio hoy. ¡Acaso no puedes entenderlo! Dios mío, quién pudiera hacerlo.
Colocha amistosa: Es que aquí hablan todos y no podemos estar en paz
Lobo_cazador: Yo te acompaño mi amor. Contigo a donde sea
Lectorcito: ¿Y como explicas el olor a pólvora que queda después y sigue impregnado en la tierra luego de muchos años?
Richard: Pero yo te amo.
María: No es suficiente el amor. Hay algo más, algo que… dejémoslo ahí.
Lobo_cazador: Yo sé amar de verdad. Pruébame ricura
Miguel Ángel: Es que al Gabo no le quedó otra que idear algo para justificar su ausencia, pues José Arcadio debía continuar en la historia. Y luego del suicidio, solo pudo llenar el vacío con algo que recordara su presencia.
Lectorcito: Tal vez por eso dejó recluida a Rebeca en su casa hasta su muerte. Porque ya no podía interactuar.
Lobo_cazador: Presénteme a esa Rebeca y yo le hago compañía
Miguel Ángel: Claro; ya vas entendiendo
Richard: Te seguiré. Ya me dijiste a dónde vas. Sabré dónde encontrarte.
María: Si lo haces, no te hablaré más. No contestaré tus escritos
Lobo_cazador: No lo dejes María, no lo dejes llorando
Lectorcito: Ah, entonces por eso el hilo de sangre, porque se supone que Ursula estaba distraída en sus caramelitos de animales y no tenía tiempo para nada, porque el narrador lo dispuso así. Y luego del disparo, forzó a que el hilo de sangre llegara a ella y la guiara así como está narrado en la historia.
Miguel Ángel: No lo pensé yo así, pero vale tu razonamiento; ya vas agarrando la lógica.
Lobo_cazador: O sea yo estoy Pintado. Aburridos.

Lobo_cazador abandonó Charlas literarias

Galileo aceptó la invitación al privado

Colocha amistosa: Dime Galileo, ¿cuál es tu verdadera historia?
Galileo: pues no lo creerías, mejor hablemos de ti.
Colocha amistosa: Ah no; tú eres el que debe hablar. Estoy dispuesta a escucharte cariño (es un decir)
Galileo: pues se resume a diez años. Solo eso, después de diez largos años se me presentó ella y no pude contener la sangre.
Colocha amistosa: O sea te enamoraste de ella
Galileo: Algo peor, debiste estar en mi lugar para saber qué siente uno después de diez años.
Colocha amistosa: No entiendo nada
Galileo: Mejor lo dejamos ahí. ¿Dices que eres colombiana?
Colocha amistosa: Sí
Galileo: Ya hay solución a vuestros conflictos internos
Colocha amistosa: Creo que a nadie le interesa eso más que a nosotros, que lo padecemos.
Galileo: Yo estuve en una de esas maravillosas revoluciones. Bueno, estuve muy cerca, casi llegué. Lo viví como si fuera mi propio conflicto. Quise ayudar. El destino me lo impidió.
Colocha amistosa: Una revolución como la de mi país. ¿Acaso la de Perú?
Galileo: No, pero da lo mismo… Estuve en Canudos. ¿Te dice algo?
Colocha amistosa: Verdaderamente, no.
Galileo: Fue hace mucho tiempo, en Brasil.
Colocha amistosa: No la recuerdo. ¿Entonces, ya eres mayor?
Galileo: No lo sé. ¿Qué año es?
Colocha amistosa: 2007; ¿En qué mundo andas?
Galileo: No lo sé. ¿En qué mundo andas tú?
Colocha amistosa: En este pues; tú eres el que parece de otro mundo
Galileo: Veo que no eres lectora, ese es el problema.
Colocha amistosa: ¿Y tú sí lo eres, mi amor?
Galileo: Vez, te dije que no entenderías.

Colocha amistosa abandonó sesión

Richard: María, ¿sigues ahí?
María: Sí, no puedo irme si no me dices que estarás bien.
Richard: Nunca lo estaré. Pero me quedaré a esperarte. ¿Volverás?
María: Claro, te quiero, siempre estaré contigo, lo sabes.
Richard: pero solo como amiga.
María: Me voy.
Miguel Ángel: Oye Lector, ¿quiénes son estos dos?, parecen conocidos

María abandonó Charlas literarias

Lectorcito: Todo parece conocido aquí. ¿Y qué pasaría con los dos perrazos que tenía José Arcadio?
Miguel Ángel: Es un detalle que el Gabo dejó de narrar
Lectorcito: Sí. Pues a ver si lo discutimos en otro momento. Debo salir
Miguel Ángel: Ok, yo debo hacer lo mismo

Galileo acaba de ingresar a Charlas literarias

Lectorcito: Adiós personaje vargasllosiano, te quedas solo;
­Galileo: No importa, estoy acostumbrado a estar aquí.

Jurema acaba de ingresar a Charlas literarias

Miguel Ángel: Chau a todos. Saludos a los otros que paran siempre aquí.

Miguel Ángel y Lectorcito acaban de cerrar sesión

Jurema: ¿Galileo; estás ahí?
Galileo: ¿Acaso no se puede huir de ti?
Jurema: No mientras sigas en este mundo
Galileo: Pero ya te pedí perdón
Galileo: El perdón no remedia nada
Galileo: Si solo pudieras olvidar
Jurema: No se puede olvidar desde mi posición

Rufino acaba de iniciar sesión

Rufino: ¿Alguien ha visto a Galileo Gall?

dos poemas de Axthedmio Mau Guil

BREVE ANATOMIA DE LA SOMBRA



Dromedarios abriles en tibios apellidos de nada


“La muerte es grande.
Le pertenecemos, con la risa en los labios.
Cuando nos creemos en el corazón de la vida,
Osa, de pronto, llorar en nosotros”
Rilke.


Cierro mis ojos
Cierro las celdas de mi cráneo
Cierro el extraño ruido del silencio
Que ociosas van tomando forma de poema
Pienso y no pienso en un asesinato
Resuelvo en una triste ecuación cuadrática de besos
Estos dromedarios abriles góticos de amor
Pienso en la naturaleza del cuchillo
Y entre su desnudez artística me secuestro
A veces pienso y cierro los no ojos
El mundo parece apretar mis parietales con los muslos
De mis ojos
Pienso en no
Una sílaba enloquecida
Resbalándose bajo la espalda de junio
Que toma forma de híbridos ataúdes
Y en cada una de ellas
Un tibio apellido con olor y sabor a Nada.




Sólo una isla:
un océano de mujer


Un labio que camina en la cabellera de los días
Tiene más nombres que un beso en un año
El silencio es perfecto
Comiendo peces agrio de melancolía
Naufrago en un océano de incertidumbre
Mirando pasar bajeles de lujuria en la infancia de mis dedos
SOLEDAD
Desnuda y loca deambula su monosílabo noviazgo
En la arena de los días
Con un apetecible cuerpo de gemebunda mujer
Sus lágrimas se convierten en islas
Y
Sus islas en gemidos